La
Lectura
No sólo en el
ámbito educativo sino también en diversos contextos humanos se requiere de la
lectura. Todas las áreas del conocimiento necesitan de esta competencia para
aprender, lograr comprensiones, seguir instrucciones y reconfigurar el mundo
desde una visión particular.
Leer
es más que pasar los ojos de izquierda a derecha por las líneas
saturadas de letras, sin encontrar un sentido o sin comprender lo leído; la
lectura es el resultado de un proceso intelectual de voluntad y de
interpretación, que no se logra fácilmente sino que amerita tiempo,
dedicación e interés para alcanzar los objetivos a través de un buen procedimiento.
Es así que, “la lectura no es solamente una
operación intelectual abstracta: es una puesta a prueba del cuerpo, la
inscripción en el espacio, la relación consigo mismo o con los demás” (Cavallo & Chartier, 1997) [l1] .
No podemos ver la lectura como un
procedimiento cuadriculado, técnico y carente de sensibilidad, todo lo
contrario, leer es cuestión de apasionamiento, de disfrute, de regocijo, porque
así debe ser el aprendizaje, que aunque no es fácil ni instantáneo, su método y
su resultado deben producir conocimientos perdurables y plenos de sentido.
Según Sanz Moreno (2005):
Comprender un texto es penetrar activamente en el significado y en el
sentido del texto, no quedarse en la superficie de la literalidad. Por lo tanto,
leer es captar el significado y el sentido del contenido de un texto escrito de
forma personal[l2] . (Moreno, 2005)
Lo que quiere decir que es fruto de la
producción humana, que nos brinda la oportunidad de acceder a un sinnúmero de
apreciaciones de todo tipo: estéticas, éticas, políticas, culturales,
filosóficas, científicas, entre otras. Igualmente, ésta favorece la adquisición
de competencias argumentativas con las que se manifiestan las posturas críticas
que al entrar en diálogo con otros sujetos se enriquecen y contrastan,
permitiendo que los lectores estén en constante aprendizaje.
Ahora bien, la lectura se ha modificado a través de
la historia. Han surgido novedosas maneras de leer, diferentes soportes y
nuevos lectores. A continuación ofreceremos un panorama retrospectivo sobre
cómo se ha abordado desde tres concepciones: la lingüística, la
psicolingüística y la sociocultural.
Perspectiva Lingüística
Esta perspectiva surge a mediados
del siglo XX y se fundamenta en el Estructuralismo Lingüístico, desarrollado
por Ferdinand de Saussure (1955) y cuyo objeto se centra en las relaciones de
los sistemas lingüísticos, afianzando de esta forma el conocimiento de la
lengua.
Por consiguiente la lingüística
provee unos patrones a seguir para el proceso de lectura, los cuales ven al
lector como un sujeto que decodifica lo
que lee y para hacerlo debe reconocer determinadas unidades léxicas y reglas de
combinación propias de un idioma. Aquí el significado del texto se instala en
lo escrito, es decir, en cada palabra y la relación de ésta con las demás. No
se tiene en cuenta el contexto o la experiencia del lector, simplemente el
contenido se remite al significado literal que se les atribuye, enmarcado en
los aspectos gramaticales y formales de la lengua. Al respecto, Alfaro López
(2010) opina que:
El
lector tiene una función activa y dirigente, al mismo tiempo que asume una
posición meramente receptora y subordinada en relación con el contenido
textual. De ahí que para esta concepción la comprensión del texto consista sólo
en descifrar o decodificar las palabras, las frases y las ideas de los que
consta su contenido[l3] (López &
Guillermo, 2010) .
Lo que hace que la lectura sea
asumida superficialmente, centrándose sólo en la búsqueda de información,
limitando y restringiendo las diversas posibilidades que ofrece una lectura
crítica. De esta manera, es vista como un simple instrumento lineal, que se
basa en la decodificación fonética y gráfica, para darle sentido a las
palabras.
Los procesos cognitivos son la
base para adquirir la comprensión, eje sobre el que se centra esta perspectiva,
en la que leer es una actividad que requiere
conocimientos lingüísticos tales como la adquisición del código
escrito y su decodificación, que le permiten al lector pronunciar las palabras
y atribuirles significado; por ende, el proceso de comprensión se da a partir
del resultado del acto lingüístico, que al unir grupos de palabras
posibilitan la construcción global del significado del texto.
Este último se concibe como
una unidad comunicativa de un sólo mensaje, lo que provoca que la lectura se
mire como algo universal, en la medida en que los lectores comprenderán lo
mismo en todas partes. A saber, el mensaje del texto es algo neutro, y los
procesos para acceder a él, giran en torno al desarrollo de estrategias que
permitan decodificarlo, inferirlo para luego comprenderlo.
Hay que anotar que la
construcción del significado del texto, depende de factores como el nivel de
desarrollo de las competencias: enciclopédica (vocabulario), semántica
(sIgnificado) y sintáctica (orden y
estructuras) de los lectores, quienes deben ligar sus conocimientos previos a
la información que brinda el texto para así descubrir lo que el autor quiere
decir. O sea que la comprensión dependerá del grado de desarrollo de la
decodificación que tengan los lectores, tal como lo plantea Calvo Rodríguez
& Carrillo Gallego (2013):
se
considera que el nivel óptimo de descodificación, el que consigue el buen
lector, es aquel en que la identificación de las palabras de un texto puede
llevarse a cabo de forma automática, requiriendo muy poco esfuerzo y
atención, de esta forma el lector puede centrarse en la comprensión de lo que
lee. Por ejemplo, si leemos "Pedro se divirtió pescando",
la lectura nos conecta directamente con el significado, y el acto de leer
(medio) nos sitúa directamente en la comprensión de lo leído (fin); además
nuestros conocimientos y experiencias sobre el hecho de pescar nos harán que
supongamos que Pedro estuvo en el mar, río, etc.; y que utilizó ciertos
aparejos (inferencias)[l4] . (Calvo Rodriguez & Carrillo Gallego, 2013)
De
igual forma hay que tener presente que los procesos de comprensión si bien pueden partir de la
decodificación, también permiten adquirir nuevo vocabulario por medio de la
deducción de significados según el contexto, con lo que los lectores enriquecen
su léxico, como herramienta para evidenciar la intencionalidad comunicativa.
Trabajos citados
Calvo Rodriguez, Á., & Carrillo Gallego, M. (2013). El
acceso a la lectura dese la perspectiva cognitiva-psicolingüistica.
Madrid.
Cavallo, G., &
Chartier, R. (1997). Facultad de Bellas Artes. Universidad de la Plata.
Obtenido de http://www.fba.unlp.edu.ar/medios/textos/historiadelalectura.pdf
López, A., &
Guillermo, H. (2010). La lectura como proceso de comprensión y conocimiento
científico. Investigación Bibliotecnoloógica, 38.
Moreno, Á. S. (08 de 07
de 2005). La lectura en el proyecto Pisa. Obtenido de
http://www.oei.es/evaluacioneducativa/lectura_proyecto_pisa_sanz.pdf
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